En ocasión del paro general, la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) hace un llamado a reflexionar sobre los dispares criterios con los que algunos sectores de la política y el sindicalismo protestan contra los gobiernos.
En vísperas del primer paro general que se realizará contra la gestión de Javier Milei como Presidente de la Nación, la CAC quiere poner énfasis en señalar la diferencia de criterio manifestada por aquellos sectores que adhieren a la jornada de reclamo, pero que no realizaron manifestación alguna durante los cuatro años en que Alberto Fernández ejerció el Poder Ejecutivo, período en que el crecimiento de la pobreza y la inflación, con su consecuente deterioro del poder adquisitivo, fueron constantes.
El paro anunciado para el próximo 24 de enero será el más rápido realizado a un gobierno nacional desde el retorno de la Democracia en 1983, a tan solo 40 días de haber asumido Milei la presidencia. Y se realiza a sabiendas de que el 56% de los ciudadanos acompañó en las urnas sus propuestas, aunque estas no auguraban meses de bonanzas, sino de un costoso pero necesario reacomodamiento macroeconómico.
En cualquier análisis que hagamos sobre el nuevo gobierno, no podemos obviar que la presente inflación es producto de medidas, equivocadas a nuestro juicio, tomadas por la gestión anterior. Esto ha llevado a que la presidencia de Alberto Fernández finalice con una inflación acumulada de 930,7%. A modo de referencia, el gobierno de Mauricio Macri registró una variación de precios de 304,3%, una de las razones que motivó que la CGT realizara cinco paros generales. Resulta llamativo que durante la era Fernández no se llevara a cabo ninguno.
Nuestra responsabilidad, como dirigentes, es trabajar para el bien de todo el pueblo argentino, dejando de lado intereses personales, ideológicos, sectoriales y/o partidarios.
Es por ello que desde la Cámara Argentina de Comercio y Servicios reafirmamos nuestro compromiso, con cada empresario y trabajador argentino, de esforzarnos para construir un mejor país.
Es el momento, de una vez y para siempre, de llevar a cabo las postergadas reformas estructurales que Argentina necesita para dejar de ser una Nación sin rumbo.